En general, cuando una persona muy, muy cercana y querida muere, es muy difícil ver “la luz al final del túnel” o, en otras palabras, cómo seguir con nuestras vidas.

Hay una frase que ilustra muy bien lo que queremos transmitirte hoy… “No te mueras con tus muertos”.

En este artículo te contamos por qué es tan importante permitirse e impulsarse a renacer después del fallecimiento de un ser muy querido.

Los tiempos del duelo

Antes de comenzar a hablar sobre la importancia del renacer, es necesario comprender que, nos guste o no, atravesar un duelo tiene sus tiempos. Puede que en algunos casos se alargue o en otros se acorte, pero lo cierto es que, en líneas generales, todo duelo (si la persona se permite transitarlo, claro), consiste de las siguientes etapas:

  •  Negación
  • Ira
  • Negociación
  • Depresión
  • Aceptación

Estas pueden suceder en un período de hasta 4 años. Sí, aunque parezca demasiado largo, según los últimos estudios sobre el tema, dentro de este tiempo uno tiene que transitar diferentes estadios, emociones, y experiencias y aprender a lidiar con que aquella persona ya no esté. 

Entonces, ¿por qué nos presionamos para pasar página?

Quizá el verdadero cambio comience cuando dejemos de pensar que tenemos que “superar” esa muerte y, a partir de ahora, ausencia, y comenzar a entender que, en realidad, tenemos que aprender a vivir con ella.

Cuando entendés que esa ausencia te acompañará el resto de tu vida, podés concederte la posibilidad de volver a ser feliz. 

Primer paso para renacer: transitar el duelo.

Si nos detenemos a analizar las definiciones que tiene la palabra, es extraño que también se utilice para referirse a un “Combate o enfrentamiento entre dos personas o equipos de mucha importancia”. 

¿Contra quién hay que luchar?

Desde esta perspectiva, es entendible (¡y lógico!) que socialmente no nos enseñen a permitirnos el duelo y, por el contrario, se nos empuje con frases como “seguí para adelante”, “dale que la vida sigue”.

Claro que la vida sigue, pero para hacerlo sanamente, sin rencores, heridas abiertas o pendientes, es necesario que nos brindemos a nosotros mismos un espacio de comprensión para procesar la pérdida.

Así y solo así, sucederá el verdadero renacer.

¿Hay que empezar de nuevo?

Maria Sirois, autora de “A Short Course In Happiness After Loss”, afirma que “lo saludable es aprender cómo vivir con nuestra pérdida de la mejor manera posible, para tener tanto el tiempo y el espacio necesario para hacer el duelo como el permiso para volver a la vida”.

Si bien la vida continúa durante lo que dure nuestro duelo, y todo lo que existía previo al fallecimiento de nuestro ser querido no desaparece o se evapora…

Tenés que volver a empezar.

¿A qué se refieren los especialistas y psicólogos con este término? 

Indefectiblemente, habrá un montón de situaciones y experiencias en las que esa persona, de ahora en más, no estará. 

No estará para darte un consejo.

No estará en el almuerzo de los domingos.

No estará en la copa del jueves a la noche.

No estará en el llamado de cumpleaños.

Desde el acto más chiquito hasta el más grande, todos estos sucesos serán nuevos, al menos en sus “primeras veces”. Darte la posibilidad de renacer y adaptarte a este nuevo presente (que incluye una ausencia) te impulsará a conocerte desde otro lugar y, fundamentalmente, a aprender a convivir con esta situación de una manera sana y en la que ambos, la ausencia y vos, puedan convivir sin hacerse daño.

Renacer va de encontrar tu lugar dentro de la nueva dinámica, y encontrarlo conscientemente.

¿Cómo quiero yo recordar?

¿Cómo quiero yo homenajear?

¿Cómo quiero yo convivir con esto?

El duelo como un viaje de transformación

El dolor, cuando proviene de la muerte de un ser querido, es un agente de cambio. Para llegar al otro lado del túnel, a ver la luz, tenemos que atravesar y caminar por los momentos más oscuros. 

Cuando estés, por fin, del otro lado, serás otra persona; como después de un viaje.

Los viajes te transforman. ¿Cuántas veces rememorás los mejores momentos de tus últimas vacaciones? Así tal cual sucede con el duelo: vivirás y revivirás ciertas experiencias, y cuando eso suceda, solo si estás dispuesto a vivir el renacer y la transformación que viene después del dolor, podrás aprender de cada experiencia y momento vivido. 

Breves consejos para renacer (sin culpa) después de un duelo

¿Cómo se hace para aprender a vivir a pesar del dolor?

Es fundamental que comprendas que el dolor, esa huella de la pérdida, siempre estará. Algunos días se hará más presente, otros incluso sientas que “te olvidás” … Eso es, esencialmente, aprender a convivir. 

¿Qué podemos hacer para renacer y crear una nueva realidad, sin sentir culpa por querer ser felices?

– Honrar a quien ya no está: Y con honrar hacemos referencia a recordar. ¿Qué era lo que más le gustaba hacer? ¿Cuál era su película favorita? ¿Qué música disfrutaba escuchar? En estas pequeñas cosas podrán encontrarse, y sentirás que, esta nueva versión tuya, lo tiene presente.

– Aprender de él/ella: ¿Qué enseñanzas te dejó? ¿Qué podés poner en práctica en tu día a día

– No te compares: No hay dos pérdidas iguales, ni siquiera llorando a la misma persona. Cada uno vive y transita los duelos como puede y elige, y tu renacer llegará cuando vos lo necesites y sientas. 

– No tengas miedo de “olvidar”: Por más que quieras, no vas a poder olvidarte de esa persona con quien viviste tanto, y a quien le tendrás un cariño inmenso por siempre… Elegir vivir, elegir la felicidad, elegir renacer no significa que “lo estás olvidando”, sino más bien que aprendés a convivir con su nueva manera de estar en tu vida.

En conlusión… ¿escuchaste hablar del kintsugi?

El kintsugi es el arte japonés de reparar una cerámica rota con una resina de oro, de manera que la rotura de la pieza resalte, en lugar de querer disimularla.

Esto aplica perfectamente a la muerte de un ser muy querido.

Aunque estés “fracturado” por la pérdida, seguís “siendo”. Y esa… esa es la clave para renacer saludablemente: 

ser capaces de convivir con la paradoja de vivir rotos y completos al mismo tiempo… para siempre.