Abuelo, abuela, Yayo, tata, nono… Cientos y miles de maneras de referirnos a ellos.

En este artículo haremos un -pequeño- intento de ahondar (si es que se puede) en las múltiples huellas que dejan en nosotros nuestros abuelos.

“Los abuelos son una mezcla perfecta entre risas, historias y amor”.

«Padre o madre del padre o de la madre de una persona. Antepasados de una persona. Tratamiento que utiliza un nieto para dirigirse a su abuelo.»

Estas son algunas de las definiciones que arroja el Diccionario de Google sobre la palabra “abuelo”. Y, si bien en su mayoría son descripciones frías del término (como corresponde), sorprende gratamente la que hace referencia al “tratamiento”, es decir, a la manera de acercarnos a los padres de nuestros padres.

 Pero es que la palabra abuelo contiene mucho más que un concepto semántico o una definición: contiene, quiérase o no, un conjunto de historias, experiencias, consejos, actividades, aprendizajes, y algún que otro capricho, a decir verdad.

 La palabra abuelo es una guarida: es el refugio seguro y cálido a donde corremos, literal y figuradamente, cada vez que algo acontece. 

“Mis abuelos me transmitieron la pasión por el hacer; criarme dentro del taller de mis abuelos y en sus huertas, aprender sus recetas, marcó gran parte de lo que soy hoy y de mis gustos e intereses”.

¿Qué Rol cumplen los abuelos?

Responder a esta pregunta de manera genérica es un tanto complicado, especialmente porque estamos viviendo en primera persona un cambio social frente a la figura del “abuelo”. 

Muy probablemente, quienes hoy tengan más de 30 años hayan vivido una situación excepcional de sus abuelos: la abuela ama de casa y, por ende, experta en todas las tareas que eso conlleva, el abuelo ya jubilado o retirado.  

Pero hoy en día, los abuelos de quienes niños o preadolescentes probablemente se encuentren en otra situación: trabajando ambos a tiempo medio o completo, con menos posibilidad de vivir el “día a día” con sus nietos.

Aun así, su rol no ha dejado de ser importantísimo y de un valor fundamental, sencillamente porque en ellos recae, involuntariamente, la responsabilidad de generar un sentido de pertenencia, el cual impacta directamente en la formación de la identidad, autoestima y autoconfianza de un niño en plena construcción de su personalidad.  

¿Y cómo es que los abuelos fomentan el sentido de pertenencia? 

Su figura toma las siguientes características:

  • Lealtad: Pase lo que pase, uno sabe que puede contar con “el/la abuelo/a”.
  • Fuente de afecto y sostén emocional: Los besos y apretones, los mimos, el plato de tu comida favorita, siempre están ahí.
  • Validación y aumento de la autoestima: Verlos en cada acto del colegio, en cada presentación de danza o fútbol, ha impactado en tu autoestima más de lo que te imaginás. 
  • Recompensas y merecimiento: ¿Qué abuelo no les da, a sus nietos, un “billetito” escondido como felicitación, o simplemente para incentivar las buenas conductas?
  • Consejero y modelo de conducta: Durante nuestra infancia, a través de sus historias y experiencias, los abuelos van sembrando enseñanzas y aprendizajes que tomaremos y apreciaremos en un futuro adulto.   
  • Sentido de pertenencia a un grupo: La abuela prepara la torta para todos los cumpleaños, incentiva los festejos con toda la familia y es la mediadora en alguna que otra peleíta familiar. 

 

“Mis abuelos me enseñaron el significado de amistad y de amar sin límites, con soltura. Me enseñaron a reír con todo el cuerpo y a disfrutar de cada momento, porque mientras estemos acá el alma va a seguir viva y está en nosotros alimentarla.

Mis abuelos dejaron la huella del espíritu de vida y a encontrar cómplices; a mirar con menos prejuicios y confiar en mi instinto. Ellos me enseñan a vivir a otro ritmo”.

No hay dudas, para la mayoría de nosotros, los abuelos han sido y son un pilar fundamental en nuestra educación y manera de ver la vida: nos transmiten sabiduría, experiencia, tranquilidad, cariño y seguridad, entre muchas otras cosas. 

No obstante, ¡el beneficio es mutuo!  Sí, más allá de la obviedad de que nuestros abuelos nos quieren y disfrutaron y agradecen el tiempo que pasan con sus nietos, el bienestar y la esperanza de vida de personas mayores que tienen nietos mejora notablemente. 

¿Sabías que vos, con tus charlas, abrazos y juegos, mejoraste la calidad (¡y alargaste!) de la vida de tus abuelos?

 Un estudio longitudinal realizado en Berlín concluyó que los abuelos y abuelas que se involucran en la crianza de sus nietos tienen mejores indicadores de salud y un riesgo 37% más bajo de fallecer en los siguientes 20 años.

¿Cuál es esa huella imborrable? 

Para realizar esta nota, hicimos una pequeña encuesta de manera aleatoria y pedimos que nos cuenten cuál era la huella que sus abuelos habían dejado en sus corazones y recuerdos. 

La mayoría de las respuestas afirmaban que la gran huella tenía que ver con:

∙El acompañamiento y cuidado.

∙La presencia y el cariño.

∙La importancia del trabajo duro, ahorro y recompensa.

∙La fortaleza y determinación. 

∙El respeto hacia los demás.

∙El valor de hacernos valer, valga la redundancia, frente al mundo.

∙Aprender enseñando y aceptar los errores.

 

“Amor incondicional. El amor más grande del mundo”.

Esta última fue la respuesta que más se repitió. Sí, porque hay personas que son una especie de “puntos cardinales”, de personas-hogar, entrañables y, por supuesto, inolvidables.

En conclusión

 Este acercamiento a pensar en nuestros abuelos es un intento por echar luz en cuánto nos han marcado y cuánto, conscientemente o no, han marcado e influido tu sentido de identidad y personalidad. 

 Seamos sinceros: ¿qué no darías por una cena o unos mates más con ellos? 

Tal vez, entonces, lo mejor que podamos hacer sea recordarlos y honrar esas huellas que dejaron en nosotros, aprovechar las enseñanzas de sus experiencias, el calor de su cariño y el gran regalo de ver y valorar las raíces, esa marca imborrable en cada uno de nosotros.

Te invitamos a pensar: ¿qué gran aprendizaje te regalaron tus abuelos?